El despertar en América
“Una situación radical es una revelación
colectiva. . . . En tales situaciones la gente se vuelve mucho más
susceptible de llevar a cabo nuevas iniciativas, más
dispuesta a cuestionar las antiguas creencias, más
proclive a penetrar la farsa habitual. . . . La gente aprende más
sobre la sociedad en una semana que en años de estudios sociales académicos o
‘toma de conciencia’
izquierdista. . . .Todo parece posible — y muchas más cosas lo son realmente. La gente apenas puede creer lo que tenía
que soportar en ‘los viejos días’ . . . El consumo pasivo se convierte en comunicación
activa. Los desconocidos entablan animadas conversaciones en las esquinas. Los
debates se suceden sin parar, nuevos recién
llegados reemplazan constantemente a aquellos que marchan a otras actividades o
tratan de conseguir unas horas de sueño, aunque están
normalmente demasiado excitados para dormir mucho tiempo. Mientras unos sucumben
a los demagogos, otros empiezan a hacer sus propias propuestas y toman sus
propias iniciativas. Los espectadores se lanzan al torbellino y atraviesan
cambios increíblemente rápidos. . . .
Las situaciones radicales son los raros momentos en que el cambio cualitativo
llega a ser realmente posible. Lejos de ser anormales, revelan en qué
medida estamos casi siempre anormalmente reprimidos. En comparación
con ellas la vida ‘normal’ parece la de un sonámbulo.” (Ken Knabb:
El placer de la revolución)
El movimiento de “ocupación” que ha atravesado el país en las últimas
cuatro semanas es ya la ruptura radical más significativa en América
desde los años 60. Y esto es solo el principio.
Comenzó
el 17 de septiembre, cuando unas 2.000 personas se juntaron en New York para
“Ocupar Wall Street en protesta contra la dominación cada vez más
flagrante de una minúscula élite económica
sobre el 99% restante. Los participantes emprendieron la acampada que aún
sigue en curso de un parque cercano a Wall Street (rebautizado como Plaza de la
Libertad en honor a la ocupación
de la plaza de Tahrir en Egipto) y crearon una asamblea general que ha seguido
reuniéndose todos los días.
Aunque casi totalmente ignorada en un primer momento por los medios oficiales,
esta acción empezó rápidamente
a inspirar ocupaciones similares en cientos de ciudades de todo el país
y en muchas otras del mundo.
La élite dominante no sabe por dónde
van los tiros y se ha puesto a la defensiva. Mientras, los expertos mediáticos,
sin la menor idea de lo que hablan, tratan de desprestigiar el movimiento por no
haber podido articular un programa o lista de demandas coherente. Por supuesto
los participantes han expresado numerosas reivindicaciones, que bastarían
para cualquiera que haya puesto alguna atención en lo que está
pasando en el mundo, pero han evitado acertadamente limitarse a una simple
demanda o a unas cuantas, porque cada vez resulta más
claro que todos los aspectos del sistema son problemáticos
y que todos los problemas están
interrelacionados. En lugar de ello, reconociendo que la participación
popular es en sí misma una parte esencial
de cualquier solución real, la asamblea de New York se ha presentado con una propuesta desarmantemente
simple aunque eminentemente subversiva, animando a la gente del mundo a
“Ejercitar su derecho a la asamblea pacífica; ocupar el espacio público;
abrir un proceso para tratar los problemas que enfrentamos y generar soluciones
accesibles a todos. . . . ¡Unámonos y hagamos oír nuestra voz!
Casi tan poca idea como los expertos mediáticos
tienen aquellos radicales doctrinarios que permanecen abatidos al margen
prediciendo que el movimiento será
cooptado y criticando que no haya asumido al instante las posturas más
radicales. Estas personas deberían saber que la dinámica de los movimientos sociales es mucho más
importante que sus aparentes posturas políticas. Las revoluciones surgen de procesos complejos de debate e interacción
social que llegan a alcanzar una masa crítica y provocan una reacción en cadena
— procesos como el que estamos viendo desarrollarse. El eslogan del “99%”
puede no ser un “análisis de clase” muy preciso, pero constituye una aproximación
muy cercana para empezar, un meme excelente para romper con un montón
de jerga sociológica tradicional y plantear la cuestión de que la gran mayoría
de la población está subordinada a un sistema que marcha por y para una minúsculo
élite dominante, y enfoca correctamente a las instituciones económicas más que a las políticas,
que son simplemente sus lacayos. Las incontables reivindicaciones no constituyen un
programa coherente, pero tomadas como un todo suponen ya una transformación
fundamental del sistema. La naturaleza de esta transformación se irá
clarificando a medida que se desarrolle la lucha. Si el movimiento logra forzar
al sistema a asumir algún tipo de reforma significativa del tipo New Deal tanto mejor, ya que
temporalmente facilitará que podamos ir más allá.
Si se manifiesta incapaz de implementar ninguna reforma significativa, ello
obligará a la gente a buscar alternativas más radicales.
En cuanto a la cooptación, habrá por supuesto muchos intentos de apoderarse o de manipular el movimiento, pero no creo que lo tengan fácil.
El movimiento de ocupación ha sido desde el principio resueltamente antijerárquico
y participativo. Las decisiones de Asamblea general son escrupulosamente democráticas
y la mayoría de las veces por consenso — un proceso que puede resultar pesado a veces, pero
que tiene el mérito de hacer prácticamente imposible cualquier manipulación.
De hecho, la verdadera amenaza es el camino contrario: el ejemplo de la
democracia participativa finalmente amenaza a toda jerarquía y división
social, incluyendo a la existente entre empleados y burocracias sindicales, y
entre partidos y afiliados. Esta es la razón por la que muchos políticos
y burócratas sindicalistas están tratando de subirse al carro. Ello es un reflejo de nuestra fuerza, no de
nuestra debilidad. (La cooptación existe cuando consiguen que subamos a su carro). Por supuesto, las asambleas
pueden estar de acuerdo en colaborar con algún grupo político para una manifestación
determinada o con algún sindicato para una huelga, pero en su mayor parte tienen cuidado de que las
distinciones permanezcan claras, y prácticamente todas se han distanciado rotundamente de los dos principales partidos políticos.
Aunque el movimiento es ecléctico y abierto a cualquiera, se puede afirmar que el espíritu
que subyace es profundamente antiautoritario, inspirándose
no solo en movimientos populares recientes como los de Argentina, Túnez,
Egipto, Grecia, España y otros países, sino también en teorías y tácticas
de los anarquistas y de los situacionistas. Como señala
el editor de Adbusters (uno de los grupos que ha contribuido a iniciar el
movimiento):
No solo nos inspiramos en lo sucedido recientemente en la Primavera
Árabe, somos estudiosos del movimiento situacionista, que originó
lo que mucha gente piensa que fue la primera revolución
global en 1968, cuando algunas revueltas en París
inspiraron de pronto revueltas en todo el mundo. Universidades y ciudades
explotaron inesperadamente. Esto lo logró un pequeño
grupo de personas, los situacionistas, que eran como la columna filosófica
del movimiento. Uno de los hombres clave fue Guy Debord, que escribió La Sociedad del Espectáculo.
La idea es que basta un poderoso meme — una idea poderosa — aplicado en el momento
adecuado para prender una revolución. Este es el contexto del que partimos.
La revuelta de mayo del 68 en Francia también fue en realidad un “movimiento
de ocupación” — uno de sus rasgos distintivos fue la ocupación
de la Sorbona y otros edificios públicos, que inspiró la ocupación de fábricas
en todo el país por más de 10 millones de trabajadores. (Estamos muy lejos ahora de algo así,
que solo podría ocurrir si los trabajadores americanos se liberasen de sus burocracias
sindicales y tomasen la acción colectiva por su propia cuenta, como hicieron en Francia.)
Dado que el movimiento se extiende a centenares de ciudades, es importante señalar
que cada una de las nuevas ocupaciones y asambleas sigue siendo totalmente
autónoma. Aunque inspiradas por la ocupación
original de Wall Street, todas ellas han sido creadas por la gente en sus
propias comunidades. Ninguna persona ni grupo externo tiene el más
leve control sobre ninguna de estas asambleas. Como debe ser. Cuando las
asambleas locales se enfrenten a una necesidad práctica de coordinación,
se coordinarán; mientras tanto, la proliferación de grupos y acciones autónomas
es más segura y fructífera que la “unidad” de arriba a abajo a la que están
siempre apelando los burócratas. Más segura, porque contrarresta la represión:
si la ocupación de una ciudad es aplastada (o cooptada), el movimiento seguirá
vivo y activo en otras cien. Más fructífera, porque esta diversidad hará
posible que la gente comparta y compare un abanico mayor de tácticas
e ideas.
Cada asamblea parte de sus propios procedimientos. Algunas operan mediante
consenso estricto, otras por voto mayoritario, otras mediante combinaciones de
ambos (p. e. una política de “consenso modificado” que requiera solo un acuerdo del 90%). Algunas permanecen estrictamente dentro
de la ley, otras se involucran en diversas formas de desobediencia civil. Han
formado varios tipos de comisiones o “grupos de trabajo”
para tratar asuntos concretos, y diversos métodos
para asegurar el mandato de los delegados y portavoces. Están
tomando diversas decisiones sobre cómo tratar con los medios, con la policía
y con los provocadores, y adoptando modos diversos de colaboración
con otros grupos o causas. Son posibles muchos tipos de organización;
lo esencial es que las cosas sigan siendo transparentes, democráticas
y participativas, que toda tendencia hacia la jerarquía o la manipulación
sea inmediatamente expuesta y rechazada.
Otro rasgo nuevo de este movimiento es que, en contraste con movimientos
radicales previos que tendían a concentrarse en torno a un asunto concreto en un día
específico y luego se dispersaban, las ocupaciones actuales se instalan en sus
emplazamientos indefinidamente. Están allí para una carrera de fondo, con tiempo para echar raíces
y experimentar con todo tipo de posibilidades nuevas.
Hay que participar para entender lo que pasa realmente. No todos estarán
allí para unirse toda la noche a las ocupaciones, pero prácticamente
todos pueden tomar parte en las asambleas generales. En
Occupy Together hay información
sobre ocupaciones (efectivas o planificadas) en más de mil ciudades de los Estados Unidos, así
como sobre varios cientos alrededor del mundo.
Las ocupaciones están reuniendo a todo tipo de personas procedentes de todo tipo de situaciones. Esto
puede suponer una experiencia nueva y quizás inquietante para muchos, pero es alucinante la rapidez con que caen las barreras
cuando se trabaja en común por un proyecto motivador. El método
del consenso puede parecer tedioso al principio, especialmente si una asamblea
utiliza el sistema de micro popular”
(en el que la asamblea repite cada frase del orador para que todos puedan
escucharla). Pero tiene la ventaja de animar a la gente a ir al grano, y después
de cierto rato entras en el ritmo y empiezas a apreciar el hecho de estar todos
juntos concentrados en cada frase y de que todos tengan la oportunidad de
responder y de que se consideren sus asuntos con la misma respetuosa escucha.
En este proceso ya habremos teniendo una muestra de un nuevo tipo de vida, una
vida posible si no estuviésemos atascados en un sistema social tan absurdo y anacrónico.
Suceden tantas cosas y tan deprisa que apenas sabemos cómo expresarlas. Sentimientos como:
“¡No puedo creerlo! ¡Al fin está aquí! O al menos podría
estar lo que hemos esperado tanto tiempo, el tipo de despertar humano que
siempre hemos soñado, pero no sabíamos si sucedería realmente a lo largo de nuestra vida. Ahora ha llegado y yo sé
que no soy el único que llora de alegría. Una mujer que habló en la primera asamblea general de Ocupa Oakland dijo:
“Vine aquí no solo para cambiar el mundo, sino para cambiarme a mí misma”.
Creo que todos sabían allí lo que quería
decir. Somos principiantes en este nuevo mundo feliz. Todos vamos a cometer
muchos errores. Es de esperar y no pasa nada. Somos nuevos en esto. Pero en
estas condiciones, aprendemos más rápido.
En la misma asamblea alguien tenía una pancarta que decía: “Hay más razones para
estar ilusionado que para estar asustado.
BUREAU OF PUBLIC SECRETS
15 de octubre, 2011
Versión española de The Awakening in America.
Traducción de Luis Navarro revisada por Ken Knabb.
No copyright.
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